¿A qué lado apoyar? - Marcelo Schejtman
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¿A qué lado apoyar?

¿A qué lado apoyar?

Si no sabes si apoyar la causa israelí o la palestina te invito a leer este texto, si apoyas a movimientos de liberación nacional por favor lee este texto, si apoyas a organizaciones terroristas, no hace falta que lo leas, vamos a hablar de ti, pero esto no es para ti.

Si bien en unos cuantos párrafos es imposible resumir toda la historia del conflicto, voy a compartir un marco que normalmente no conocen quienes opinan y que pasan por alto quienes les creen. Primero que nada es importante que sepas que quien te cuente la historia va a poner acentos en donde le parece más relevante a él y subestimar otras cosas, y no necesariamente porque quiera engañarte o engañarse. Cada persona, incluso con su vida personal, tiene su propia narrativa que hace sentido con sus valores, historia, cultura, intereses, etc. Yo, por ejemplo, soy judío, viví varios años en Israel, soy hincha de Racing y de Atlanta en Argentina y, después de trabajar trece años el área de desarrollo humano del América, pues me identifico mucho con las águilas. Estudié Resolución de Conflictos en Israel, y fui unos meses voluntario en el Palestinian Human Rights Monitoring Group. Todo lo que te cuente a partir de ahora, tómalo con la certeza de que mi narrativa tiene el sesgo de mi historia, de lo que yo entiendo y se ve desde los valores con los que me identifico. Insisto, si alguien te dice que su revisionismo histórico es objetivo, es la primera señal para que desconfíes, sea esta persona quien sea.

Por lo mismo, no voy a plantear un panorama en el que de un lado están los buenos y del otro lado los malos. No es así, y si alguien a quien tomas de fuente de información te plantea ese tipo de telenovelas, no le creas. Tú eres más inteligente que eso.

Israel tiene muchas culpas. Muchas. Después de la guerra de independencia en 1948, cuando fue atacado por el norte por Siria y Líbano, por el este por Jordania e Irak, por el sur por Egipto y desde adentro por la población palestina, logró sobrevivir y después prosperar hasta convertirse en el lado fuerte de la historia. Eso es algo que gran parte del mundo hasta el día de hoy no le ha perdonado. Ser el judío débil, errante, sujeto a ser expulsado por cuanto territorio haya pisado, incluyendo de su propia tierra, es más fácil de integrar en las narrativas que tristemente permean en occidente hasta hoy en día, en lugar del judío independiente, autosuficiente, pionero en artes, ciencia y tecnología, y libre en su tierra.  Pero, a pesar de estar rodeado de vecinos que constantemente se proponen destruirlo, gestionar un conflicto en el que es el que tiene más poder, implica una responsabilidad que no ha logrado sobrellevar con éxito; en general sí a nivel de seguridad interna para sus ciudadanos, pero no para con la convivencia con dichos vecinos. Hacia dentro de sus fronteras es una democracia (la única en toda la zona) pero en territorios palestinos, tanto la Franja de Gaza, como Cisjordania, han sido muchos años de ocupación que generó un resentimiento bien ganado por sus habitantes. Con abusos de poder en el libre transporte entre ciudades palestinas, bloqueando el paso para ser revisados, en el desarrollo urbano, falta de apoyo a la educación y más diferencias que han sido exhibidas incluso por su prensa local. No solo eso, tampoco ha ayudado la narrativa con la que hemos crecido en este lado del conflicto, de que el movimiento de liberación nacional judío, cuyo objetivo legítimo de regresar a su tierra histórica y terminar dos mil años de persecuciones, discriminación, violencia y exilio, le permitía al pueblo llegar a una tierra mayormente despoblada, que no habría realmente una molestia para los pocos habitantes que vivían allí, que los culpables de la realidad violenta son ellos (“solo ellos”), que nos odian más de lo que aman a sus hijos, que si tan solo desearan la paz tanto como nosotros (“como todos nosotros”), que somos la bondad hecha persona, que estamos dispuestos a convivir en paz, entonces ya serían un país tan libre como Israel, y más interpretaciones tan imprecisas como tendenciosas de la historia.

Por otro lado, la dirigencia palestina nunca ha aceptado de manera contundente la legitimidad del pueblo judío de vivir en su tierra, y luego la de la nación israelí siquiera a existir. Desde la primera guerra que le declara al Estado de Israel recién nacido, pasando por cada una de las siguientes, en todas ha buscado la manera de destruirlo. Su narrativa predominante también es imprecisa y tendenciosa, su historia los pone a ellos como los grandes inocentes y a Israel como el gran usurpador, imperialista, opresor, asumiendo así muy poco de la responsabilidad que le corresponde por las decisiones que han tomado para construir la dinámica que conocemos. Incluso en el año 2005, más allá de la carencia de una contraparte palestina dispuesta a negociar (al menos desde la perspectiva israelí oficial del momento), o mejor dicho justo por eso, el gobierno israelí decidió de manera unilateral retirar toda presencia propia de la franja de Gaza. A partir de ese momento, y hasta hace unas semanas tras el ataque del Hamas, no ha habido ocupación israelí, ni civil ni militar en Gaza. Y también a partir de ese momento la población gazatí comenzó a ejercer el derecho de auto determinarse y gobernarse como lo decidieran. Y a quienes eligieron en el 2006 para hacerlo fue a Hamas. Una organización que en su carta fundacional tiene como objetivos principales:

  • Destruir Israel.
  • Asesinar judíos.
  • Construir una república islámica en toda la zona.

Y una vez que un gobierno autoritario fundamentalista islámico está en el poder, ¿cómo se consigue la alternancia política? La respuesta es la más fácil de todas: no se consigue. Hamas va a estar ahí hasta que alguien de adentro o de afuera los quite por la fuerza. Es por eso que un año después, en el 2007, se hizo un auto golpe de Estado en el que expulsó a la Autoridad Nacional Palestina y al Fatah, el partido de oposición (con asesinatos y torturas públicas incluidas).

Hamas por dieciocho años ha subyugado a la población palestina de Gaza, bajo un sistema de fanatismo religioso que más le vale a la gente obedecer. En Latinoamérica sabemos de dictaduras militares, civiles y de todo tipo, pero la que hay en Gaza, además de la naturaleza aterrorizante típica, viene con el complemento de la extorsión de que si no nos apoyas entonces apoyas al enemigo, que es “el mal encarnado” y todo eso que dijimos antes pero ahora visto desde el otro lado. Y entonces, no apoyarnos quiere decir que “tú eres el enemigo”; y por obvias razones, en ese entorno, nadie en su sano juicio quiere no apoyarlos. Y los que aún así se atreven, son encarcelados, torturados y asesinados, como hace apenas un par de meses en una de las pocas posibles manifestaciones palestinas en Gaza contra Hamas.

Para el lado de Israel, si bien siempre han salido terroristas de Gaza, desde que Hamas está en el poder, todo ha empeorado, no ha dejado de atacar con misiles a diferentes poblados israelíes, de poner bombas en autobuses civiles y todo tipo de atentados terroristas principalmente a la población civil, hasta el peor de todos de este 7 de octubre, con un saldo de más de mil cuatrocientos muertos, muchos de ellos niños y familias enteras, después de horas de torturas monstruosas en su propia casa.

Entonces, todas las discusiones del derecho del pueblo palestino a vivir en paz en su tierra son importantes tenerlas. Quienes amamos la libertad y la justicia, siempre vamos a estar a favor del derecho de todos los pueblos del mundo a ser libres y soberanos. En este caso, por supuesto que también, tanto para el pueblo judío como para el pueblo palestino. Y la fórmula que se plantee es válida, dos países para dos pueblos es la que hace más sentido, aunque no estaría de más complementar eso con una buena dosis de educación en función del respeto por la existencia del otro, de la cual hasta hoy en día se ha carecido.

Las preguntas, entonces, que me parecen más relevantes, es ¿a quién creerle y a quién apoyar? En especial para alguien que no se identifica ni religiosa ni nacionalmente con ninguno de los dos pueblos, y que ve todo tipo de manifestaciones para un lado y para el otro. Entonces, para empezar a buscar respuestas, primero que nada es importante preguntarse:

¿Qué valores rigen a una persona que apoya a una organización que tiene por objetivo fundamental, abierto y orgulloso, asesinar gente?

Supongamos por un momento que esa persona que apoya a esta organización, no es antisemita, ni racista, ni imbécil; entonces debe estar peligrosamente desinformada.

Pero ¿cuán desinformada tiene que estar, como para apoyar a una organización como Hamas, que reprime a su propio pueblo, que usa a su gente como escudos humanos (sus cuarteles están bajo sus propios hospitales, mezquitas y escuelas), que a su propia gente la tiene amenazada de muerte, que la condena a vivir bajo leyes que, al menos en el mundo occidental, hace dos siglos ya eran obsoletas, que los gobiernan con absoluta carencia de derechos a las mujeres, de libertades individuales, como la libertad de expresión y de culto, que condena al anonimato a toda la comunidad LGBTI+, y que priva de muchas de las demás libertades y derechos de los que gozamos incluso en Latinoamérica; y cuyo objetivo principal es aniquilar, si es sufriendo mucho mejor, al pueblo de al lado?

Ver gente supuestamente inteligente, intelectual, producto de sociedades actuales y modernas, que tienen internet en su casa y acceso a información suficientemente esclarecedora, y que con todo eso apoya a Hamas, es de lo más desconcertante de lo que va de este siglo.

Volvamos entonces al derecho del pueblo palestino a vivir en paz en su tierra. Por supuesto que lo tiene. El contraataque de Israel ha causado miles de víctimas inocentes y va a causar más. Fuera de las perspectivas fundamentalistas religiosas, cualquier persona puede concordar (quien escribe estas líneas por supuesto) en que la guerra es una mierda, y las víctimas más dolorosas y quienes más sufren, son las personas que lo único que quieren es vivir en paz, como la mayoría de estos dos pueblos.

Justo por eso, entendiendo que Hamas no busca ni el cese al fuego, ni una relación respetuosa entre las partes, ni una fórmula que tenga esperanza para una relación sustentable de paz, pues los que apoyan a Hamas en México, Argentina, Estados Unidos, y en cualquier lado, tampoco. Otra vez, habría que analizar cada caso para saber si esta persona que los apoya es solo por desinformada, por una capacidad preocupantemente deficiente de no dejarse manipular, o por su más puro sentimiento antisemita y racista saliendo a la luz.

Es importante que tú, en especial tú, que no eres ni judío ni musulmán ni árabe ni palestino ni israelí, conozcas más, tanto la complejidad de un conflicto como este, que lleva más de cien años de una historia tremendamente dolorosa para todas las partes, así como las intenciones reales, completamente alejadas de las legítimas nacionales y religiosas del pueblo que sea, de los que apoyan la violencia por la violencia misma, aunque intenten presentarse ante el mundo como otra cosa.

Volviendo a la pregunta inicial de a qué lado apoyar, es importante no caer en la trampa de que si apoyas a uno, entonces no apoyas al otro. Esto no es un partido de fútbol, en el que para que uno gane el otro tiene que perder, sino todo lo contrario. Aquí, para que uno gane es indispensable que el otro también gane. Por lo mismo, la respuesta es que hay que apoyar la causa palestina de liberación nacional. Eso incluye el cambio de muchas políticas israelíes que imponen en la vecindad con los palestinos un reto demasiado difícil para ellos y que perpetúan la dificultad de desarrollo del pueblo vecino, durísimos bloqueos económicos y sociales incluidos. Ahora bien, para que ese desarrollo político, educativo, social y económico del pueblo palestino sea viable, es indispensable apoyar el desmantelamiento de Hamas y de la Jihad Islámica, y la apertura a un liderazgo popular que priorice y se base en la libertad de su propio pueblo.

Y también, junto con eso, apoyar el derecho de Israel de vivir en paz, libre de amenazas constantes con su aniquilación, libre de terrorismo y de la posibilidad incesante de masacres como la de hace menos de un mes. Con doscientos cuarenta personas, de muchas nacionalidades (incluyendo mexicanas y argentinas), desde bebés hasta adultos mayores, aún secuestradas por el Hamas.

Es muy importante que revises cuáles y quiénes son tus fuentes de información. Porque apoyar un lado y dejar afuera al otro, implicaría perpetuar la violencia hasta desenlaces inimaginables.

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