Lo que dices, y lo que no dices... habla de ti. - Marcelo Schejtman
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Lo que dices, y lo que no dices… habla de ti.

Lo que dices, y lo que no dices… habla de ti.

En medio de tanta muerte, sufrimiento, y silencios… cuántos silencios… desde el 7 de octubre me he alejado de mucha gente. Entre ellos, algunos amigos no judíos que a lo que acusan es al sionismo; desde una combinación de una supuesta autoridad moral e ignorancia que no deja de sorprenderme. Además de muchos otros sinsentidos, lo que dicen es que el problema no son los judíos sino el sionismo, y no entienden que eso es como decir que el problema no son las letras sino el abecedario.

Esta guerra, malparida como pocas, me ha confrontado también con judíos que se desmarcan del movimiento sionista por haber comprado alguna de esas narrativas. El sionismo moderno, es el movimiento de liberación nacional del pueblo judío, que pretende ejercer su derecho inalienable de volver a ser libre y soberano en su tierra. Ni más ni menos. No hay nada racista, discriminatorio, ni condenable en eso. Si tú eres de los que han comprado el slogan de que sionismo es racismo, de los que dicen que no son antisemitas sino antisionistas, o cualquiera de esas verduras podridas, vuelve a la definición, y te vas a dar cuenta de que, hablando en buen español, estás meando fuera del tarro.

También me he alejado de otros, que me acusan de no ser suficientemente sionista (incluso de antisionista), por criticar la estrategia de Israel, pre y post 7 de octubre.

Criticar a Israel, tanto a este gobierno que ha sido el más intolerante e ineficiente (y poco solidario con sus víctimas y además responsable del mayor fracaso en su historia), como a muchas de las decisiones de otros mucho más decentes, no convierte a quien lo haga en antisionista. La crítica no solo debe ser bienvenida sino que es fundamental para que un movimiento sea popular, democrático, reflexivo e incluyente. Es importante que judíos y no judíos cuestionemos a todas las partes. Lo tóxico es no hacerlo.

Hace poco le dije a alguien, citando a Humberto Maturana, que cuando Juan me habla mal de Pedro, conozco más a Juan que a Pedro. A ti, amigo no judío, te lo digo también, cuando escuches a alguien que critique a Israel y exija el alto al fuego, pero que omita el que Hamas inició esta guerra con la masacre a más de mil cuatrocientos israelíes el 7 de octubre (torturas, agresiones sexuales, violaciones y aberraciones de niveles monstruosas incluidas), ni mencione a los 132 secuestrados (la gran mayoría también civiles, bebés incluidos) que más de siete meses después aún están en cautiverio, ni hable de la opresión del pueblo palestino a manos del propio Hamas, ni de su objetivo, tan público como el Instagram, de exterminar a Israel y al pueblo judío, ni el hecho de que hayan hecho siempre todo lo posible por materializar su visión genocida… pues… a todas luces, eso habla mucho más de quién es esa persona que de Israel. Probablemente entonces valga la pena que busques fuentes de información más confiables.

Y tú, amigo judío, que no logras ver nada de lo que hemos contribuido nosotros a la realidad distópica en la que estamos, también habla de ti. Habla de ti el que vuelvas una y otra vez a los crímenes de los palestinos, y a la miopía escalofriante de gran parte del mundo, pero no menciones ninguna de nuestras faltas, empezando por haber dejado desamparadas a las víctimas de la masacre del 7 de octubre y después a sus familias, sabiendo con certeza de quién gobierna del otro lado. Pero sumado a eso, después de más de siete meses, el manejo de la guerra cruzando la frontera abre interrogantes que es importante hacernos. Incluso entendiendo que para prevenir futuros atentados como el del 7 de octubre, un porcentaje de las muertes de civiles en Gaza son inevitables, porque es el mismo Hamas quien obliga a su propia gente a ser un escudo humano de su maquinaria terrorista ¿cómo, entonces, hemos permitido colaborar por tantos años con ellos, y ahora nos sorprende este escenario dantesco de matar o morir?

Es evidente que el antisemitismo es un fenómeno cíclico, y más vivo que en los últimos ochenta años, como lo prueban los bloqueos universitarios a estudiantes solo por ser judíos, y una parte importante del mundo que una vez más calló, ahora ante la violencia contra israelíes; como si la liberación del pueblo judío hubiera sido una traición al mundo; a este mismo mundo que se auto engaña denunciando con indignación la respuesta israelí, como si fuera espontánea. Es justo por eso, que no veo cómo justificar la carencia del más básico sentido común de nuestro liderazgo que no entendió que encontrar una solución sostenible para el pueblo vecino es de absoluto interés para el nuestro. Más aún, y sin entrar a cuánto hemos honrado (o no) algunos de nuestros valores más fundamentales, a nivel netamente estratégico, no hay cómo entender nuestra falta de visión, que a través de muchas decisiones de nuestros líderes, ha promovido que generaciones enteras de palestinos crecieran en una realidad que les ha dado suficientes motivos para odiarnos.

¿Pero no es el pueblo palestino el responsable de no frenar al fundamentalismo islámico, caracterizado por el antisemitismo, por el terrorismo, por la corrupción, por su falta de deseo de desarrollarse y por el desprecio a su propia gente? Por supuesto. ¿Y entonces Israel, desde su asimetría de poder, no es el principal responsable de que el desarrollo regional se haya estancado en este caldo de cultivo ideal para el odio? Sí, lo es. Eso también es parte de la realidad que es importante señalar, cuestionar y modificar. Cada cosa es parte de la realidad, por lo que si decides hablar de todo lo demás, pero no hablar de nada de esto, eso también habla de ti.

Lo que siempre ha distinguido a nuestro pueblo, no es su infalibilidad sino sus leyes; sus leyes y su altura moral. Ojalá ya nos desconectáramos de algunas narrativas simplistas que más que fortalecer nuestra autoestima, solo inflan nuestro ego; y lográramos ver con menos recelo a nuestras faltas que a nuestra soberbia. Una vez leí: “Acércate al que busque la verdad y aléjate de quien la haya encontrado.” Somos el pueblo del libro, de la reflexión, del estudio, de la búsqueda de la tierra prometida. De la búsqueda…

Ojalá, tú que me lees, judío o no judío, cristiano o musulmán, europeo, latinoamericano o estadounidense, dejes de consumir, en redes sociales, en canales de noticias, o en compañeros de la uni, solo las cosas que confirman lo que ya crees, y te atrevas a seguir buscando.

Am Israel Jai

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