Acción masiva - Marcelo Schejtman
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Acción masiva

Acción masiva

Solo he tenido una experiencia con Tony Robbins, y en casi quince años de dedicarme al desarrollo humano he tenido maestros de la más alta categoría, Michael Hall, Omar Salom, David Murphy, Iván Robles. Me he leído prácticamente todo lo que haya que leerse de Rafael Echeverría, Humberto Maturana y Fernando Flores, pero este término se lo aprendí a él.

Lo que nos dice Robbins es que si quieres conseguir algo, no si dices que quieres conseguirlo, no si sueñas con el día en el que lo consigas; sino si de verdad lo quieres, entonces tienes que entender que lo más probable es que no te alcance con una estrategia bien diseñada y avanzar a través de sus pasos con la cautela que caracteriza a una persona racional y civilizada como tú. A la mierda con eso, ¿quieres o no quieres?, pregunta Robbins. Si quieres, si de verdad lo quieres, si la recompensa está a la altura de la vida que más te ilusiona y sobre todo si el dolor actual ya llegó al punto en el que seguir como hasta ahora es un lujo que no te puedes dar, entonces lo que necesitas es acción masiva.

¿Qué es eso? Para empezar, dejar de hacerte el tonto y justificar tu falta de determinación detrás de una supuesta cautela responsable. Nadie mejor que uno sabe cuánto hay todavía en el tintero de las cosas que aún no hemos hecho como podríamos. Entre otras cosas por eso me enamoré del Coaching, porque no te dice lo que tienes que hacer, sino que te sienta el marco en el que puedes ver las cosas con la proximidad de un microscopio y la claridad de una primera fila. Pero sobre todo porque te da la opción de hacerte cargo de muchas cosas que parecerían escurridizas. Por ejemplo, un típico planteamiento coachístico sería ¿Qué temor te ha detenido para hacer lo que de verdad te serviría hacer? O ¿Qué te creencia te ha impedido hacerlo con la determinación que te serviría hacerlo? O ¿Qué te serviría entender para saber que incluso si lo intentaras y cayeras, sería mejor que esto?

Después, si quieres seguir haciendo como que no te queda claro, estás en todo tu derecho, al fin y al cabo es tu vida. Ya les tocará a tus hijos buscar ejemplos más inspiradores en otro lado. Pero si lo que quieres es evolucionar y acercarte a una realidad más rica, entonces ahí hay una oportunidad tanto de crecer en consciencia, como de avanzar.

Tengo dos ejemplos muy claros de la trascendencia de la acción masiva para conseguir una meta. Meme, mi hermano, es uno. A varios de los que lo vieron jugar de chico, les escuché decir que era el mejor jugador que habían visto en su vida. Pero a los catorce años, fue de paseo con amigos a una pista de patinaje sobre hielo, y al tarado se le ocurrió hacer un barishnikov invertido o algo así, se rompió la tibia y el peroné y desde ahí nunca más jugó igual. Como para la mayoría, el fútbol se volvió un pasatiempo, y no se habló más del tema. La vida lo trajo a México como al resto de mi familia, estudió odontología y se convirtió en un buen dentista. Pero no le alcanzaba. Entonces se fue a la mejor universidad de Estados Unidos a hacer su especialidad y se graduó con honores. En esos programas para conseguirlo no alcanza con estudiar mucho, uno tiene que estar dispuesto a pasar las noches de tres años enteros en el taller, puliendo prótesis de dientes y las vacaciones en los libros. Pero al regresar todavía seguía lejos de su meta. Y aunque ya no tenía un peso, las universidades gringas baratas no non, sabía muy bien el precio que estaba dispuesto a pagar para llegar, pero sobre todo el que terminaría pagando en caso de no conseguirlo. Y como entendió que para él lo segundo era mucho más caro, pidió varios préstamos para comprar las máquinas de implantes más avanzadas en el mercado y así hacer los mejores trabajos, más rápido que cualquiera y al mejor precio. Suspendió cualquier otra actividad, se capacitó y muy rápido ya les explicaba cómo usar las máquinas a los que se las habían vendido. Rentó un consultorio con cuatro cubículos en el lugar más exclusivo de la ciudad y a pura tapadera de muelas le tardó solo un par de años tener la agenda llena de siete de la mañana a ocho de la noche, unos más para ser el presidente de la asociación de prótesis dental mexicana; hasta ser hoy por hoy uno de los mejores dentistas del país. Y si bien la vida le presentó adversidades importantes dentro y fuera del consultorio, y tuvo en mis padres una fuente de inspiración tremenda con respecto a la audacia, al trabajo duro, a la generosidad y a dieciocho cosas más, la acción masiva, en función de una meta, es puro mérito suyo.

El futbolista en el que estoy pensando ahora, es el segundo caso de lo determinante que puede ser la acción masiva. Imaginen que un chico muy talentoso pero claramente enfermo, necesita un tratamiento hormonal para seguir en carrera en busca de su sueño de ser futbolista profesional. Imaginen que en su país ningún club cree lo suficiente en él como para pagárselo, por lo que tiene básicamente dos opciones: una es lógica y la otra raya en lo inconsciente. Una es racional y la otra casi irresponsable. Pero el chico, opta por la segunda, porque a pesar de su cuerpo patológicamente pequeño tiene un corazón incluso más grande que la miopía de todos los directivos que no alcanzaron a ver el gigante que tenían enfrente; y a pesar de su coeficiente intelectual que no debe estar arriba de la norma, entiende muy bien que, aunque no alcance a ver qué hay en el fondo del abismo que tiene enfrente, si da un paso adelante no habrá marcha atrás. Y entendiendo todo eso, se deja caer al vacío con la gracia de un clavadista olímpico, y es justo en el momento de despegarse del suelo que descubre en su espalda las alas más poderosas que el fútbol haya visto.

Hay muchos más ejemplos de acción masiva en el fútbol, en odontología y en cualquier área que nos podamos imaginar. Pero como siempre, todos valen madres, la pregunta es qué estás dejando de hacer tú para hacer realidad tu sueño. No para acercarte, no para aumentar la probabilidad, no para que seguramente pase. No para caer en el intento. Para triunfar, o caer en el intento. Para poner el alma y el cuerpo; el aire el agua la tierra y el fuego.

Para dejarte caer dulcemente al vacío.

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