Fe - Marcelo Schejtman
15917
post-template-default,single,single-post,postid-15917,single-format-standard,ajax_fade,page_not_loaded,,qode-theme-ver-10.1.1,wpb-js-composer js-comp-ver-4.12,vc_responsive
 

Fe

Fe

En el mundo del desarrollo humano se ha concluido, ya desde hace tiempo, que nuestra evolución tiene que ver con nuestras creencias y con la forma subjetiva con la que cada uno ve y vive el mundo. “No son las cosas las que nos afectan sino la opinión que tenemos de las cosas”, decía Epicteto. “No vemos las cosas como son, sino como somos”, nos dice el Talmud. Un genio el primero, unos iluminados los segundos, tan sabios como muchos otros que, palabras más palabras menos, decían justo eso que es tan simple y al mismo tiempo tan difícil de asimilar. Justo por eso, se han generado muchos malentendidos y se crearon corrientes como la del pensamiento optimista que nos pretendía convencer que por desear un coche nuevo, decretarlo, visualizarlo y más cosas que tienen que ver más con la magia que con el sentido común, el Ferrari aparecería en nuestro garaje. El tiempo fue comprobando que decretar que quiero conocer a Scarlett Johanson o ser fichado por el Barça, no augura muchas probabilidades de éxito y que la fórmula requiere también de otros ingredientes, como, no sé, el trabajo duro, por ejemplo.

Y entonces ahora nacieron corrientes diametralmente opuestas, de absoluto rechazo a todo lo que tenga que ver con creer y con el poder de la fe. Lo entienden como señal de oscurantismo, de gente retrógrada y charlatanería. Hay muchos charlatanes, y esa es una realidad. Sin embargo, difícilmente nadie pueda alcanzar grandes objetivos sin al menos una cuota mínima de fe, tanto en uno mismo como en que los imponderables que deben suceder para llegar a donde nos hemos propuesto vayan a suceder, que algunas de las estrellas se van a alinear, que el porfe me va a terminar convocando y que será un buen día para mí. No es un tema de magia, sino de ayudarnos a entrar a un estado desde el que sea más fácil poner en la cancha o en la oficina o donde sea todo lo que vale la pena poner para alcanzar lo que queremos. Si creemos que nada que nos convenga va a suceder y que solo vamos a tener viento en contra, será más probable que a la primera señal, aunque sea falsa alarma, ya estemos empezando a buscar la salida de emergencia más cercana.

De alguna manera, la conclusión más útil sería, rómpete bien la madre en cada entrenamiento y en cada partido, porque con unas alas fuertes y un poco de viento a favor se puede llegar a grandes alturas. Pero también ponte vivo, porque el viento todo el tiempo cambia y si en tu mejor momento, justo al atreverte, creer y abrir las alas, las circunstancias empeoran y te toca viento en contra, quién quita y es justo lo que necesitabas para levantar vuelo.

Comentarios

comments