Lealtad - Marcelo Schejtman
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Lealtad

Lealtad

A diferencia de lo que podamos suponer, la lealtad tiene mucho más que ver con uno mismo que con las personas a quiénes les queremos ser leales. Es decir, tiene que ver con ellos, por supuesto, pero si no pasa el filtro de lo que nos hace mejores a nosotros, no sería lealtad, sino otra cosa. A ver si me explico. Ser leal es honrar la fe que alguien más ha tenido en ti. La fe, no la expectativa. Si fuera la segunda nos sentiríamos comprometidos a hacer lo que otros esperan de nosotros, incluso si no quisiéramos hacerlo. Pero cuando lo que se pretende honrar es la fe, el amor, incluso la certeza que otros tienen acerca de lo que vales, entonces eso no te compromete a tomar decisiones de comportamientos específicos, que siempre deberían ser libres y solo tuyos, pero sí a que el valor que sirva de fuente de esa decisión esté a la altura de lo que el otro vio en ti. No es lealtad cuando lo que determinó tu decisión tuvo más que ver con el miedo o con la obligación de hacer algo. Por ejemplo, cuando un profesor genuinamente confió en ti, te abrió las puertas de su equipo y entonces tú te entregaste al máximo, le fuiste leal. Pero si esa misma persona te pidiera hacer algo deshonesto, no sería desleal rehusarte a colaborar, porque tu decisión vendría de la honestidad y ese valor está a la altura de la confianza que esa persona, en su momento, te tuvo. No serle leal sería hablar a sus espaldas si no hablaste primero con él, porque más allá de no estar mintiendo, el valor desde el que lo harías sería la cobardía.

Otro ejemplo de la misma confusión, tiene que ver con nuestros padres y abuelos. Desde el amor infinito que nos tienen nos transmiten valores muy profundos, que se convierten en los mapas más importantes de nuestra vida, para ser personas derechas y honradas. Pero no solo nos transmiten valores elevados, en el mismo paquete vienen marcos de creencias que por generaciones han servido para darle sentido a un mundo cada vez más difícil de entender. Por ejemplo, alguien en su total sabiduría y buena intención alguna vez le dijo a su hijo “cuidado con el dinero fácil”. Claro, muchas veces por ahorrar esfuerzo nos podemos terminar metiendo en un lío mayor. El problema empieza después, cuando se distorsiona el mensaje y se convierte en: “cuidado con el dinero”. Lo que nos haría desconfiar también de proyectos lucrativos legítimos y nos privaría de oportunidades de un futuro mejor para nosotros y para nuestra familia, y ahí es donde nos empezamos a enredar solitos. Una vez Omar Salom, uno de los grandes maestros que la vida me ha permitido tener, me dijo que el único riesgo del dinero es que caiga en manos de los malos, por eso lo tenemos que tener los buenos. Desde entonces trato de hacerle caso, sin mucho éxito todavía.

O cuando nos enseñan que: “en la vida hay que ser humilde”, ¿quién podría opinar que eso no es un consejo sabio? Bueno, todo depende de qué entendemos por humildad, porque si creemos que eso es la certeza de que todavía podemos seguir aprendiendo, va a ser clave para que seamos mejores personas y profesionales. Pero si entendiéramos que para ser humilde hay que cederle nuestro lugar a cualquiera, incluso si se merece menos que nosotros el puesto en el equipo; o jugar a no perder, porque la selección de enfrente salió campeona más veces que la nuestra, pues no me parecería un valor muy inspirador. El problema es que como me lo dijo mi abuelita, llego a la conclusión que luchar por ese lugar y buscar hacer historia, sería un acto de deslealtad para con ella. Y como a mi abuelita la amo hasta el cielo, y es la persona a la que más le debo en la vida porque fue la que me crió cuando mis papás estaban en otro lado, entonces el desenlace no es muy difícil de deducir.

El punto aquí, es que cuanto más leales le seamos a nuestras abuelitas y a nuestros maestros, va a ser mejor, pero eso no implica hacerles caso en todo. Llega un momento en el que tomar decisiones acerca de nuestra vida nos corresponde a nosotros y más nos vale tener muy claro qué vida queremos crear, para entonces tomar decisiones congruentes con eso. De lo contrario, puedes terminar esperando una señal de la abuelita de tu abuelita desde el más allá, para consultarle si levantar la mano en una serie definitoria de penales, o si saludar a la chica que te gusta cuando por fin la tienes en frente. Y así vas a seguirte, mientras ves cómo la gloria la conquistan los demás.

Si quieres serle leal a tu maestro, cree en ti tanto como él lo hizo; si quieres serle leal a tus padres, ámate tanto como ellos te aman, y entonces busca lo mejor para ti. Al final de cuentas eso es justo lo que quieren los que te quieren de verdad. Y si después decides no sumarte al proyecto de negocios, no tirar el penal o no invitarla a salir, pues es muy tu pedo y nadie podría venir a reclamarte nada, pero tampoco te vayas a contar el cuento de que eso es algo admirable.

Si en serio lo que quieres es serles leal a las personas más importantes de tu vida, sé hoy esa persona que a ti más te enorgullecería ser.

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