Los pensamientos me suceden - Marcelo Schejtman
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Los pensamientos me suceden

Los pensamientos me suceden

Estuve meditando y llegué a la conclusión sabia, mas no original (muchos antes y mucho más sabios que yo lo han entendido por mucho tiempo) de que no es que yo piense todo lo que pienso cuando un tema no se me sale de la cabeza. Sino que el pensamiento se da en mi mente como una actividad automática, fuera de mi control y ajena a quien soy. Quizás fruto de mis expectativas de semidiós, quizás de mi genética de sudaca aprehensivo, quizás por una combinación de combinaciones. Es decir, no me puedo responsabilizar (o al menos no al cien por ciento) de cada pensamiento que aparece en mi mente. Lo he intentado, he tratado de no pensar en la crisis del momento, de buscar el lado positivo, resignificarlo. Pero me faltaba (ahora me doy cuenta) el primer paso: la rendición. Es de esta manera alternativa de valentía que me asomé al estado de auto-observación y se empezó a dibujar ante mí un camino hacia la paz, o hacia algo que tiene cierta relación con eso.

De ahí entonces parte mi siguiente conclusión: menos puedo hacerme responsable, no solo de lo que hagan otras personas que no soy yo, sino en especial de lo que esas personas piensen. Es decir, de los pensamientos que aparezcan en la mente de esas personas, quienes tampoco son responsables del todo de esos pensamientos que aparecen en su mente. Vayamos más lejos, ni siquiera serían responsables de las decisiones que toman desde esta falta de consciencia en relación a la autoría (o mejor dicho a la falta de autoría) de esos pensamientos que aparecen en su mente. No son ellos quienes toman la decisión, no sé si sea su ego, un personaje oscuro que los posee o aquello que a mí me controla cuando le hago caso a ciertos pensamientos y luego trato, sin éxito, de espantarlos.

Por lo tanto, puedo hoy dormir con mayor distancia de todo lo que sucede en el mundo del hacer, de la orden que dieron, de la decisión que tomaron, desde ese estado de falta de consciencia. Así como puedo distanciarme de los pensamientos que aparezcan en mi mente como consecuencia y en reacción a todas esas cosas que hicieron otros desde ciertos pensamientos que aparecieron en su mente y que creen que los definen, cuando en realidad no son producto de su voluntad, o al menos no más que la circulación de su sangre o que su respiración. De esta manera incluso me puedo permitir sentir un hueco en el estómago (aunque no me lo permita lo siento igual) que muchas veces denominé estrés, preocupación, ansiedad. Entendiendo que eso es otra cosa sobre la que no tengo absoluto control y que sucede de manera automática e inconsciente y que no me define ni tengo por qué identificarme con eso. Así como no tengo por qué identificarme con una indigestión, con el malestar después de haber comido un camarón en mal estado o con el sudor en mi cien en este día de treinta grados de calor.

Releo estas líneas y surge un pensamiento en mí que dice “ojalá me creyera todo esto” y observo cómo ese pensamiento me sucede.

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